La actividad comercial internacional debe ser entendida y gestionada con una nueva mentalidad, surgida de la constante adaptación al cambio, el profundo análisis de los factores que inciden en el proceso y la aplicación del pensamiento estratégico a la toma de decisiones.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Estrategia, comportamiento y gestión empresarial: El liderazgo en las estructuras organizadas
"En los tiempos que nos ha tocado vivir, líderes y directivos pueden terminar asimilando y concretando una visión empresarial que ya no funciona y otra que parece demasiado nueva para contemplarla".
Estrategia,comportamiento y gestión empresarial: El liderazgo en las estructuras organizadas.
Los científicos han estudiado ampliamente cómo se organizan y funcionan los seres vivos. Describen su capacidad de auto organizarse en redes interdependientes, generar relaciones y hacerse más ordenados en el tiempo.
Estas dinámicas contrastan directamente con la forma en la que organizamos las jerarquías y las cadenas de mando. Aunque muchos rechazan la manera en la que se organizan los sistemas vivos como aplicables a las organizaciones en el mundo real, continuamente vemos en las noticias cómo estas dinámicas afectan a las relaciones humanas.
En el mundo real, las organizaciones buscan mecanismos de eficiencia y obediencia, basándose en sistemas y procedimientos operativos para cada situación, incluidas aquellas en las que reina el caos y las cosas están fuera de control. No nos engañemos, ese tampoco es el mundo real, sino una peligrosa ficción creada por el hombre.
El mundo real.
Tal y como se describe en los entornos científicos, el mundo real está compuesto por sistemas vivos. Es un cosmos de redes interconectadas donde cualquier alteración de una parte puede generar impactos en el resto. En este sistema sensible, la más mínima variación puede terminar en masivas disrupciones. Sin embargo, cuando aparece el caos y se desintegran las estructuras, el sistema busca el orden y se crean, al mismo tiempo, condiciones para que emerja uno nuevo. El cambio conlleva el descenso a un mundo donde todo se desorganiza pero, si este período de disolución se usa para crear un nuevo sentido, entonces el caos da lugar a la emergencia de un nuevo orden.
El mundo biológico sabe cómo organizarse sin necesidad de control. En todas partes, la vida se auto organiza en redes interdependientes de relaciones. Cuando los individuos descubren una pasión o interés común, se organizan y discurren cómo avanzar. Esta auto organización genera creatividad y resultados. Por eso, de nuevas relaciones, emergen nuevas fortalezas y capacidades.
Las piezas básicas de la construcción son las relaciones, y no los individuos. Nada existe por sí solo ni tiene una identidad única. Somos paquetes de potencialidad y nuestras conexiones hacen que florezcan esos potenciales. Cambiamos conforme conocemos a personas diferentes en circunstancias diferentes.
Creamos nuestra realidad a través de la observación. Para nosotros, aquello que percibimos es verdadero. Nuestra versión de la realidad depende de las lentes a través de las cuales interpretamos los eventos. Por eso dos personas pueden experimentar un mismo hecho (la misma información) y darnos diferentes descripciones del mismo.
Un cambio de realidad.
Este mundo real está en confrontación con el mundo que inventó el pensamiento occidental hace 400 años, cuando se creía que las personas y entidades eran máquinas que se podían organizar en sistemas masivos para funcionar de forma ordenada. La tarea del que estaba al mando era crear estabilidad y control, sin considerar al factor humano para conseguirlo.
Además, sin un liderazgo potente, todo se venía abajo. Esta forma de pensar asumía que todo el mundo era poco creativo y necesitaba ser dirigido, y que las capacidades solo se desarrollaban a través del entrenamiento. El pensamiento generalizado era que las personas se podían motivar utilizando la zanahoria y el palo. Otros motivadores intrínsecos, como el aprendizaje o la contribución, eran trivializados. Esta forma de pensar creó, y continúa creando, un mundo lleno de trabajadores no comprometidos que actúan como autómatas. La realidad nos demuestra que las cosas no son así.
Un ejemplo: Los terroristas.
¿Cómo es posible que unos pocos miles de personas con odio puedan amenazar la estabilidad mundial? ¿Cómo es posible que los gobiernos más poderosos de la Tierra se encuentren involucrados en una lucha cara, y que genera miedo, siendo incapaces de suprimir las acciones de un pequeño grupo de fanáticos?.
La red del terror global es una de las organizaciones más efectivas y eficientes en el mundo, capaz de cambiar el curso de la Historia. Lo increíble es que hacen esto sin un poder formal, careciendo de tecnología avanzada y sin grandes presupuestos.
Las redes terroristas se ajustan al criterio utilizado para juzgar un liderazgo efectivo. Este liderazgo comunica una visión poderosa, motiva a las personas para que trabajen con intensidad, alcancen resultados, innoven e implementan cambios. Si se aplicase un sistema de valoración de liderazgo a las redes terroristas, recibirían puntuaciones muy elevadas. De hecho, es mucho lo que podemos aprender de ellas respecto de la innovación, motivación, resiliencia y efectividad de su liderazgo.
Si las observamos con lupa y exploramos las causas de su éxito, podemos analizar cómo hacerles frente para no contribuir a su proliferación. Por el contrario, luchamos ciegos en esta guerra frente al terror, porque utilizamos factores que son aplicables a nuestro mundo, pero no al suyo. Aun cuando pueda parecer que estos grupos no tienen líderes, están bien guiados por su pasión, rabia y convicción. Comparten ideales y propósitos que les dan una identidad grupal y les inducen a actuar. Aunque estén geográficamente separados, comparten el mismo espíritu. Actúan libres de restricciones y estimulados para hacer lo que ellos consideran mejor para promover su causa.
Esta combinación de sentido compartido y libertad para definir las acciones de cada uno es la forma en la que crecen los sistemas para ser más efectivos y estar más ordenados. De esto podemos deducir que, como los sistemas biológicos con vida, las redes terroristas serán más efectivas con el tiempo. Si los individuos son libres a la hora de inventar sus nuevos caminos para demostrar el apoyo a su causa, serán capaces de inventar acciones cada vez más destructivas, compitiendo entre ellos por la búsqueda de un ataque cada vez más espectacular.
Las personas que están profundamente conectadas a una causa no necesitan directivas, recompensas ni líderes que les digan lo que han de hacer. Una insurgencia no es una organización coherente donde sus miembros cumplen las órdenes de forma responsable, sino una colección de pequeños grupos distantes que actúan frecuentemente de forma individual.
Movimientos que pueden comenzar siendo razonables, frecuentemente emigran hacia medidas más extremas motivados por el celo de sus miembros. No podemos medir adecuadamente el éxito de una red por el éxito en la disrupción de sus comunicaciones. La dispersión hace que sea difícil suprimir cualquier grupo rebelde, porque si fracasa la parte, el resto permanece incólume. Las redes auto organizadas demuestran una tremenda resiliencia. Están organizadas alrededor de un sentimiento compartido y llenas de nodos redundantes, de manera que si uno cae otro aparece.
La mejor estrategia para inmovilizar las redes terroristas no es matar a sus líderes, sino desactivar las fuentes de su rabia, dejando de incitarles más. Siempre que nuestras acciones provoquen su rabia, podremos esperar más terroristas, más ataques extremos y más desestabilización. Si no la eliminamos, la gente continuará asociándose para formar redes mortíferas.
Si continuamos buscando conseguir el control, ejerciendo más presión sobre aquellos que nos odian y que se sienten pobres y desconectados, crearemos un futuro de creciente desorden y terror.
Conclusión.
Para poder encontrar alguna salida a este terrible futuro, debemos entender la conducta de las redes en este mundo interconectado, así como nuestra increíble capacidad para la auto organización cuando algo realmente nos importa. Abramos los ojos, cambiemos las lentes con las que miramos al exterior y demos pasos hacia acciones que restituyan la fortaleza en el mundo real.
Fuente: Margaret J. Wheatley- Experta en Comportamiento Organizacional/ Executive Excellence
Etiquetas:
cadena de mando,
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