La actividad comercial internacional debe ser entendida y gestionada con una nueva mentalidad, surgida de la constante adaptación al cambio, el profundo análisis de los factores que inciden en el proceso y la aplicación del pensamiento estratégico a la toma de decisiones.
martes, 17 de diciembre de 2013
Cuando el intra-emprendedor se convierte en una necesidad: La unión del compromiso y el liderazgo
"Vivimos en una sociedad volcada en encontrar fórmulas que permitan la generación de empleo, puesto que registramos uno de los mayores índices de paro de nuestra propia historia reciente".
Cuando el intra-emprendedor se convierte en una necesidad: La unión del compromiso y el liderazgo
Conscientes de la dificultad de lograrlo a partir de la propia inercia del sistema, se analizan medidas normativas y fiscales para potenciar la figura del “emprendedor”, como vía de respuesta a la urgente necesidad de ofrecer salidas profesionales a los jóvenes, especialmente universitarios, con capacidad para imaginar su propio proyecto.
Sin duda, la ocupabilidad del talento joven es, en sí mismo, un objetivo suficiente para concretar medidas de fomento de la emprendeduría, pero no podemos ignorar que el futuro de nuestra economía dependerá, en buena medida, de la capacidad de innovación y de la generación de valor económico y social de estos nuevos proyectos empresariales.
Aun aceptando que la actual dificultad de encontrar un empleo adecuado ya debe constituir un potente incentivo para asumir mayores riesgos que antes del inicio de la crisis, es necesario crear incentivos para que estos potenciales emprendedores traten de promover su propio proyecto.
La cantera de nuevos emprendedores no se limita a los frustrados candidatos a un empleo, dado que la opción de emprender debería ser considerada por todos aquellos que sean capaces de imaginar su proyecto empresarial –la visión– para dar respuesta a una necesidad explícita –la misión– y creer en el mismo con la fuerza suficiente para asumir los riesgos de emprenderlo con el impulso de los propios valores.
En el acto de presentación de los trabajos preparados por los equipos de jóvenes ejecutivos participantes en la última edición del curso del ICDL –International Center for Leadership Development– de la Fundación CEDE, en el que participé como ponente, experimenté la visión práctica de otra clase de emprendedor –el “intra-emprendedor” –, jóvenes ejecutivos integrados en grandes corporaciones, capaces de comprender y hacer suyas las líneas estratégicas que la empresa tiene fijadas para su desarrollo, pero también de diseñar variantes de las mismas e, incluso, de imaginar nuevas líneas transformadoras que adapten la empresa a un entorno más global y dinámico.
Al presenciar las bien estructuradas exposiciones de estos ejecutivos, me hacía dos preguntas: ¿aplican en sus propuestas y decisiones el mismo sentido del riesgo que debe asumir el empresario por cuenta propia? y, también, ¿tendrán en sus organizaciones la oportunidad de poner en práctica toda su capacidad emprendedora?.
Conseguir que la respuesta a estas dos preguntas sea positiva es el reto de la empresa del siglo XXI, es la clave para movilizar en favor del proyecto la capacidad de liderazgo de los jóvenes talentos que, sin duda, constituyen la generación más preparada de nuestra historia y son la consecuencia más positiva de esta larga etapa, de desarrollo económico y bienestar social, ahora colapsada por los excesos y la falta de prudencia que han propiciado la presente crisis.
Esta dará lugar a transformaciones del modelo relacional y productivo, del mismo modo que lo hicieron las grandes crisis del pasado. En el nuevo modelo, los ejecutivos de las grandes empresas deberán compatibilizar su actividad funcional específica con la participación activa en el debate de los objetivos estratégicos y la implicación directa en el cumplimiento de todos ellos.
Para expresarlo de una manera más directa, si ahora mismo la mayor parte de las empresas tiene como prioridades la apertura y consolidación de nuevos mercados, junto a los procesos de innovación y eficiencia que favorezcan la competitividad, todos los intra-emprendedores de una empresa deberán dedicar, de manera consciente, una parte importante de sus energías a la consecución de estos objetivos.
Las empresas que cuenten con un sistema de valores y un modelo de gestión de las personas que propicie la movilización del compromiso y del talento de sus profesionales se adaptarán más rápidamente y mejor al paradigma relacional que el nuevo modelo requerirá, promoviendo simultáneamente la recuperación del conjunto de la sociedad.
Fuente: Salvador Alemany Mas - Presidente de Abertis/ Executive Excellence.
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