jueves, 8 de marzo de 2012

Atreviéndose a liderar el cambio en entornos globales: ¿Quién empieza primero…?


"Debemos estar preparados para probar caminos nunca antes transitados, para trabajar con técnicas nunca antes probadas por nosotros, para asociarnos con colegas que tal vez nunca conozcamos personalmente,(vía la red), para ensayar hacer mejor tareas que otros ya hacen, pero fundamentalmente para poder dejar de hacer lo que siempre hicimos."


Atreviéndose a liderar el cambio en entornos globales: ¿Quién empieza primero…?

He escuchado a decenas de personas que forman parte de mis relaciones personales: amigos, compañeros de trabajo, participantes de mis seminarios, conciudadanos, que expresan su “intención “ de cambiar de actitud……DESPUÉS que vean que las cosas empezaron a cambiar.

Es decir, yo he percibido una gran vocación colectiva de “acompañar “ el cambio pero muy baja vocación por LIDERAR el cambio.


No hablo de motorizar grandes transformaciones sociales, ni de cambiar radicalmente hábitos en una comunidad, hablo por ejemplo de cosas tan simples como ser el primero en no arrojar más residuos en la vía pública donde nos movemos cotidianamente….o animando a ir un poco más lejos, a ser “el primero” que levante algo que arrojó otro.

Este es un espacio de reflexión y una invitación a la acción para el cambio , tanto para quienes lideren equipos, sean estos de la características que fueren (empresariales, deportivos, ONG´s, de servicio público, otros) como para personas que sientan la necesidad de ser parte de un cambio, por pequeño que este sea, en el convencimiento que si otra persona, con la misma vocación de cambio está tomando la misma decisión , en algún momento la suma de “2+2 será más que 4” , y en ese momento sentiremos la satisfacción que valió la pena empezar, y de allí nace la elección del título de este artículo, para poder respondernos la pregunta:¿Quién empieza primero?

La naturaleza del cambio.

Si bien es un juego de palabras, inicio este análisis apoyándome en lo dicho por ese autor anónimo que aportó “lo único permanente es el cambio” para reflexionar sobre cambios en sentido amplio y focalizar finalmente en el cambio en particular que propone este libro.

A las personas en general no nos gusta la incertidumbre, es más sencillo programar acciones en el marco de terreno conocido, actuar en consecuencia y obtener “resultados esperables”.Pero el siglo XXI no ofrece este escenario de futuros previsibles, dado que ya desde fines de los 80 la gran diferencia es a la velocidad que cambian las cosas que nos rodean.
Cuando alguno de mis clientes de consultoría me expresa: ”Para que cambiar si acá siempre lo hicimos así y nos da buenos resultados”,
yo me siento como frente a una de las víctimas del tsunami asiático del 2004, que está en su apacible playa a la que concurrió tantas veces, pero que no ve venir la ola de cambios que está ocurriendo fuera de su empresa, independientemente de lo que esté pasando dentro de la misma.

Me animo entonces a preguntarles, si se imaginan entonces: ¿Porqué hay que aprender a cambiar?

- Porque los productos cambian.
- Porque las tecnologías cambian.
- Porque los clientes cambian.
- Porque los empleados cambian.
- Porque los competidores cambian.
- Porque los Estados cambian (al menos en las funciones que influyen en la actividad empresaria)
- Porque las familias cambian ( “los chicos crecen “……inexorablemente
- Porque nosotros cambiamos.
- Porque el planeta está cambiando y seguirá haciéndolo.


Pregunto entonces: Como puede alguien a cargo de una empresa o de cualquier otra organización, permitirse la pasividad de no analizar el impacto de los cambios que están ocurriendo a su alrededor, aunque sea para ratificar el rumbo, pero solo después de analizado el escenario……que volverá a cambiar en muy poco tiempo obligándolo a repetir el ciclo de análisis probablemente con menos datos y por ende aumentando incertidumbre por los resultados a lograr.

Para explicar qué pasará si no aprendemos a cambiar voy a recordar una actividad secundaria que alguna vez desarrollamos con un par de amigos incursionando en la apicultura, etapa de mi vida que me mostró el apasionante mundo de las abejas.

Es en este mundo casi perfecto de la vida de una colmena donde aparece el ejemplo que permite mostrar el riesgo de no haber aprendido a cambiar:
Si se observa una colmena (natural o de las construidas por el hombre) se verá que la abeja se desplaza caminando hasta la salida (piquera) y desde allí remontará su vuelo.


Debo recordar que la piquera siempre es la parte inferior de cualquier colmena. Esta práctica transmitida genéticamente de abeja a abeja permite realizar el siguiente experimento:

Coloque una abeja en un frasco relativamente largo y afinado y retire la tapa, dejando la parte superior libre.Uno podría imaginar que la abeja se irá volando o al menos caminando por las paredes del frasco “ en forma vertical” hasta llegar al borde superior e iniciar su vuelo.

Como justamente, caminar en forma vertical ascendente es EL CAMBIO que la abeja debe realizar para salvarse sino morirá, y NO ESTÁ PREPARADA para cambiar, seguirá intentando encontrar una salida probando una y mil veces mientras camina horizontalmente por el fondo del franco buscando la piquera, COMO LO HIZO SIEMPRE…..hasta morir.

Conclusión

La enseñanza que nos deja esta experiencia práctica, es que debemos estar preparados para probar caminos nunca antes transitados, para trabajar con técnicas nunca antes probadas por nosotros, para asociarnos con colegas que tal vez nunca conozcamos personalmente ( vía la red) , para ensayar hacer mejor tareas que otros ya hacen, pero fundamentalmente para poder dejar de hacer lo que siempre hicimos , que es lo que creemos saber hacer y buscar nuevas maneras de enfrentar el desafío actual…..que no será el último.

Fuente: Guillermo Raúl Borda / Director Académico Escuela Logos (Argentina)

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