jueves, 6 de junio de 2019

No todo es causa y efecto del proceso globalizador


Como todos sabemos vivimos en un mundo económico y comercial complejo y cambiante que se caracteriza por sus constantes incertidumbres. Una realidad que no debe servir de razón ni argumento para imputar a la globalización todos los males del sistema. Modelos de crecimiento desfasados y obsoletos, cuentas públicas irrealistas con verdaderos agujeros fiscales -aumento irracional del déficit-, sistemas impositivos confiscatorios y abusivos que producen los consiguientes efectos perversos, ausencia del necesario impulso a la competitividad y productividad de los Estados, desequilibrios en un creciente e inusitado endeudamiento y un gasto expansionista que difícilmente responde a los bajos niveles de inversión pública.

En apariencia hay países que crecen, pero su fracaso anunciado no puede ser imputable, de manera exclusiva, a la interconexión del nuevo escenario internacional y a la inevitable crisis global que se avecina.

El saneamiento real de las cuentas públicas de cualquier Estado es una necesidad perentoria y un instrumento estratégico esencial para poder hacer frente a las dificultades económicas que se avecinan, caracterizadas por la ralentización y la probable recesión del crecimiento mundial.

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