La actividad comercial internacional debe ser entendida y gestionada con una nueva mentalidad, surgida de la constante adaptación al cambio, el profundo análisis de los factores que inciden en el proceso y la aplicación del pensamiento estratégico a la toma de decisiones.
lunes, 1 de febrero de 2021
Coronavirus, innovación y empresa
“La innovación empresarial consiste en llevar a cabo nuevos esfuerzos para
obtener distintos resultados que generen valor y sirvan de palanca para
diferenciarse de la competencia, ganar competitividad y poder en los mercados,
además de aumentar la reputación de la organización”.
La pandemia y la crisis global han sorprendido al mundo por lo inesperado de
sus efectos, además de por la incapacidad manifiesta de dar una respuesta tan
inmediata como eficaz a sus terribles consecuencias en todos los ámbitos de la
actividad humana.
Atravesamos una situación global definida por una tremenda complejidad, un
escenario que nos está advirtiendo sobre la debilidad de la estructura y los
valores en los que creíamos y sobre los que se ha venido asentando el mundo en
las últimas décadas… en este sentido parece evidente que nada es infalible y
que será necesario reconstruir unos paradigmas que han terminado por perder
toda su vigencia, sentido y actualidad. No se trata exclusivamente de una
cuestión limitada al ámbito económico, sino que más bien parece referirse a
las raíces del propio sistema – con sus defectos y virtudes- que consensuamos
y decidimos darnos después de haber sufrido las terribles consecuencias de la
segunda conflagración mundial.
Todo ello significa que estamos obligados a reinventarnos, a resetearnos a
transformar y a ver y entender de otra forma tanto las relaciones
internacionales como la formas de gestionar la cosa pública, las empresas o el
impulso de la integración global y los intercambios internacionales.
Lo que parece evidente es que hemos cerrado, casi a la fuerza, un capítulo de
la historia de humanidad y nos dirigimos de forma irremisible e inevitable
hacia la creación de un nuevo orden mundial que implicará una nueva visión y
una forma distinta de entender las cosas.
Como es lógico la gestión de la empresa no es una labor ajena a este nuevo
escenario. Un contexto definido por los graves efectos de una crisis global
que ha obligado a las organizaciones a meditar, pensar, adaptarse y actuar -
más aún, si cabe- de forma diferente, a reforzar sus intangibles, su misión y
sus valores sociales sostenibles, a recalcular las tareas y aportaciones de su
capital social, a buscar el talento auténtico y la excelencia como referente
de su actividad y a repensar sus objetivos y estrategias…en suma, a buscar un
nuevo sentido y significado a su nueva interactuación con un entorno
cambiante, volátil y a la espera de una nueva definición.
Y es en este entorno en el que cobran especial sentido y relevancia las
aptitudes y competencias para ser capaz de prever escenarios y adelantarse a
los difíciles acontecimientos que estamos viviendo como elemento
diferenciador… una razón más que suficiente y justificada para que las
compañías asuman nuevos retos y mayores riesgos, sean más creativas,
transgresoras, y se atrevan a transformar y romper unos esquemas y moldes que
han quedado repentina e inesperadamente obsoletos… y todo ello solo se logra
desde la mentalidad innovadora y la predisposición a hacer cosas nuevas y
diferentes.
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