miércoles, 21 de septiembre de 2011

Inteligencia emocional, liderazgo y productividad empresarial


"Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad".

Dr. Daniel Goleman


Inteligencia emocional: Un elemento imprescindible para la gestión del liderazgo

En la década del 90, Daniel Goleman renovó la definición de liderazgo con su concepto de inteligencia emocional. En la actualidad, especialmente después de la crisis de 2008, este paradigma toma cada vez más fuerza. Las empresas que no estimulan el desarrollo de las personas van perdiendo peso en pos de las que sí lo hacen.

En 1995, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman alcanzó la fama mundial con La Inteligencia Emocional, una obra que cambió la concepción extendida del liderazgo en las últimas décadas del siglo XX.

El autor estableció las cinco cualidades esenciales que deben reunir los líderes emocionalmente dotados: autoconciencia, autorregulación, automotivación, empatía o reconocimiento de las emociones ajenas y habilidades sociales. Esto implica poseer las inteligencias intra e interpersonal, conocerse a uno mismo y conocer a los demás.

El libro de Goleman vendió alrededor de seis millones de copias y tuvo gran influencia en el mundo del management. Las ideas del norteamericano evidenciaron que no basta tener visión, determinación y una buena formación académico-profesional para ejercer un buen liderazgo El timming humano y emotivo constituye el valor diferencial de los líderes brillantes. Esto queda bien sintetizado en el concepto CEO - Chief Emotional Officer.

¿Qué lleva a una empresa al fracaso? Ignorar los seis factores de la Inteligencia Emocional:

1. La emoción es información
2. Podemos intentar ignorar la emoción, pero no cómo actúa.
3. Podemos intentar ignorar la emoción, pero eso no es tan bueno como se piensa comúnmente.
4. Las decisiones deben incorporar emociones para ser efectivas.
5. Las emociones siguen patrones lógicos.
6. Existen emociones universales, pero actúan de un modo específico.


La llegada del siglo XXI dio aún más empuje al nuevo paradigma.

Las empresas que son elegidas como las mejores para trabajar priorizan en sus colaboradores aspectos muy ligados a lo emocional: comunicación abierta y transparente entre directivos y subordinados, bienestar de los empleados, el impulso de su desarrollo humano y el equilibrio de su vida personal y profesional. Estos factores tienen una incidencia directa en la productividad de las organizaciones.

Tal Ben-Shahar, consultor y profesor del curso más importante sobre psicología positiva en la Universidad de Harvard, confirma esta percepción: "La inteligencia está en ver la semilla de la persona y regarla para que crezca. Lo que se espera de los empleados y la forma en que se los trata va a determinar el desarrollo de sus carreras”. En este sentido, vemos como las empresas de hoy tienden a adaptarse al individuo y no a la inversa, tal como ocurría tiempo atrás.

Las compañías que no estimulan el desarrollo de las personas van perdiendo peso en pos de las que sí lo hacen. En otras palabras, ganan las que son “emocionalmente más inteligentes”.

¿Por qué está ocurriendo esto? La crisis del 2008, además de ser económica, puso en relieve la necesidad de replantear los valores y la ética empresarial en la toma de decisiones en todos los niveles. Las nuevas generaciones ven como la lógica tradicional se desmorona y reclaman un cambio que, progresivamente, va llegando.

Como consecuencia, los líderes que emergen responden a las nuevas necesidades.

¿Cómo se desarrolla esta inteligencia emocional? Trabajando con ejercicios de autoconocimiento, ya sean test o sesiones de coaching donde se exploren las propias emociones y sus relaciones, donde se trabaje el motivarse a uno mismo y reconocer emociones en los otros.

Conclusión

La investigación realizada a nivel mundial por The Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, arrojó un resultado sorprendente y vinculado a nuestro Cociente de Éxito: el mismo se debe un 23% a nuestras capacidades intelectuales, y un 77% a nuestras aptitudes emocionales.

Los postulados de Goleman tienen hoy más vigencia que nunca y las empresas que quieren ser más competitivas se esfuerzan por incorporar líderes más humanos.

Entrenarse en el desarrollo de las aptitudes emocionales permite desarrollar la capacidad de manejar las emociones idóneas para cada acción y regular su manifestación, manteniendo el equilibrio emocional; transmitiendo estados de ánimo para generar actitudes y respuestas positivas; aprendiendo a evaluar el 'costo emocional' de situaciones y acciones; desarrollando destrezas sociales, forjando y manejando relaciones con clientes, proveedores, colegas, etc.; realizando un plan de aplicación en el terreno de nuestra esfera de influencia empresarial y laboral, extendiéndolo a la vida familiar y social.

El liderazgo requiere de un sano equilibrio entre la inteligencia racional y emocional. Quienes logren esa armonía estarán un paso más adelante, preparados para liderar el mundo cambiante en el que se desenvuelve la actividad empresarial.

Fuente: Alejandra Salinas.

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