jueves, 11 de octubre de 2012

Tarea innovadora mediocre y urgencia de resultados relevantes: ¿Qué hacer?


"Una de las principales misiones de la innovación debe ser contribuir a la diferenciación de los productos y servicios que se definen a través de la práctica."

Tarea innovadora mediocre y urgencia de resultados relevantes: ¿Qué hacer?

El objetivo de la innovación está claro: Disfrutar de una vida más cómoda en los mercados, contribuir a aumentar los márgenes, aportar una mejora sustancial a las personas y en consecuencia de todo ello, contribuir a crear empleo de forma sostenible.

“La excelencia anula la competencia”. Una situación está aconteciendo en las empresas y mercados: a mayor excelencia y uniformidad de conocimiento, menor competitividad y ventaja diferencial. En un momento donde la mayoría de las empresas pueden incorporar talento a sus equipos, el trabajo resultante de estos es cuando resulta más uniformado e igualado y por consiguiente anulado entre competidores. En cierta medida, podríamos decir que esto es lo que está sucediendo en la propia práctica de la innovación; está autoanulando su ventaja competitiva.

Hoy día proliferan los ámbitos donde se difunde y habla de innovación: congresos, seminarios, publicaciones, webs… Sin embargo, en escenarios diversos, muchas veces suena la misma música: los casos de Apple, Netflix, TATA, Ikea y Nespresso; la metodología y gráfica de Osterwalder y su libro Business Model Generation, y unos acordes de coaching y nuevas prácticas de RRHH.

¿Experiencia de la práctica profesional, o compilación de libros de business?.

La innovación es una actividad extendida por todo el mundo en un movimiento creciente, pero ¿Porque la mayoría habla de los mismos casos y existe tanta escasez de casos de éxito y producción “autóctona” de los mismos? ¿Es la innovación una práctica teórica con un nivel de difusión diametralmente opuesto a los resultados que obtiene.

La paradoja nos dice que la innovación, (práctica destinada a la diferenciación y la excelencia), es en sí misma una de las más uniformadas en cuanto a contenidos, casos y métodos; (lo cual no es necesariamente malo) resulta alarmante a mi entender y un claro síntoma de que algo en ella no está desarrollándose correctamente.

La necesidad de obtener parámetros, entender y controlar el proceso de la innovación (más allá de los auténticos profesionales) es uno de los aspectos que la está destruyendo. Puesta al nivel de una religion, la innovación tiene sus propios dogmas “se cree o no se cree, se practica o no se practica y se obtienen resultados o no se obtienen”.

Ciertamente en los aspectos de estrategia resulta dificil pretender que se acepten las propuestas de forma dogmática. Es necesario entender el proceso y las bases de la práctica; pero intentar llevar el tema a soluciones universales y practicables por todo el mundo es contraproducente.

A mi entender en la difusión de la práctica de innovación se ha abusado de la simplificación de sus procesos, presentándolos como un manual asequible a todos aquellos que sigan sus pasos. ¿Han probado en practicar una cirugía a alguien siguiendo todos los pasos descritos en el mejor manual de medicina?; no obstante si leen los manuales, el proceso se les mostrará entendible.

La postura laxa de la práctica y su excesiva difusión mediática, ha reducido a mínimos la capacidad de exigencia de las empresas frente a los resultados de la misma y de los profesionales que la practican. Si bien estos hechos podrían explicarse (que no justificarse) por la relativa juventud de la práctica y la situación económica actual, ha llegado el momento de elevar el listón de la exigencia profesional y de sus resultados si no queremos convertir a la misma en una enorme burbuja profesional llena de expectativas incumplidas.

¿Está matando la innovación con su unificación las ventajas competitivas locales y las excelencias específicas de los entornos?.

La innovación tal como la entendemos hoy, está actuando como un filtro homogeneizador de motivaciones, procesos y resultados; convirtiendo muchas iniciativas en sucursales locales de Silicon Valley con muy pocas opciones a ser competencia del mismo.

En este sentido parece conveniente apuntar las siguientes sugerencias:

a. Urge entender y utilizar la auténtica fuerza que tiene la innovación, separar lo que tiene de práctica profesional del empleo como adjetivo actitudinal que contribuye al cambio de las organizaciones.

b. Necesitamos discriminar lo bueno de lo malo en lo que concierne a la práctica, aceptar que todo en ella no es adecuado para ciertas situaciones y que no todos están capacitados para obtener resultados de la misma. En definitiva, tratarla como una profesión más.

c. Utilizar la práctica de forma autóctona, potenciando aquellos atributos específicos para los que estamos especialmente preparados como sociedad y colectivos que la conforman. No caigamos en la trampa que nos plantea constantemente el “Hollywood profesional” de la Costa Oeste americana.

d. Emplear, difundir y potenciar procesos autóctonos, ingredientes autóctonos, casos autóctonos y literatura profesional autóctona; solo de este modo nuestra empresa podrán utilizar correctamente la práctica, lograrán diferenciarse y competir en un mercado global con posibilidades de éxito; así lo han hecho la mayoría de empresas españolas con éxito internacional.

En definitiva urge ser exigentes con la práctica, sus profesionales y principalmente con los resultados que de ella y ellos se derivan.

Fuente: Antoni Flores/ Managers Magazine

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