sábado, 28 de septiembre de 2013

Innovación sostenible y empresa: La colaboración ajena como instrumento estratégico para la mejora continua



"En un mundo en el que el terreno de juego no deja de cambiar, las políticas y prácticas de innovación han de adaptarse constantemente para seguir compitiendo. Y la mejor forma de lograrlo es a través de la colaboración. Es la conclusión a la que han llegado muchas empresas, que la han integrado en sus procesos de innovación".

Innovación sostenible y empresa: La colaboración ajena como instrumento estratégico para la mejora continua.

La mitad de las ideas con que trabaja el departamento de I+D de Procter & Gamble, por ejemplo, proceden de fuentes ajenas a la empresa, mientras que Apple, con sus aplicaciones, ha sido pionera en la estrategia de centrar el proceso de innovación en el consumidor.

Además de estos ejemplos de grandes empresas estadounidenses, cada vez se dan más proyectos e iniciativas de este tipo en otros países y sectores.

El aumento de la integración global, basada en la Web 2.0 y las herramientas de los medios sociales, ha acelerado la expansión de las redes de colaboración por todos los centros internacionales de I+D. El problema es que siguen sin entenderse las diferencias locales.

Steven P. MacGregor, del IESE, y Tamara Carleton, del Innovation Leadership Board de Silicon Valley, han pedido a autores de todo el mundo que relaten su experiencia de colaboración en distintos entornos.

Ventajas de la innovación sostenible.

La idea de la innovación sostenible es más oportuna si cabe tras la crisis financiera global, que ha puesto las cosas en su sitio al recordarnos que el éxito, sobre todo el basado en el dinero fácil, rara vez o nunca perdura.

Y en este ámbito se está avanzando. Cada vez son más las empresas que persiguen innovar de manera sostenida para lograr una competitividad y una creación de valor duraderas. Estas firmas defienden valores que inspiran una mejor forma de hacer las cosas a largo plazo.

Pero la creación de valor no puede sostenerse en el tiempo si algunos grupos de interés ganan a expensas de otros. Es por eso que en Silicon Valley, el famoso semillero de la innovación, la norma es la propiedad compartida, por la que todos, desde los directivos a los trabajadores, poseen una participación de sus empresas.

De esta práctica se desprende que un enfoque multicapa de la sostenibilidad, en el que la responsabilidad y la competitividad estén estrechamente relacionados, puede servir para potenciar la innovación.

El panorama de la innovación está cambiando.

Un clásico de la innovación colaborativa es el modelo de la triple hélice. En él, los gobiernos proporcionan la regulación y la financiación, las universidades lideran la investigación y las empresas buscan nuevas oportunidades de negocio.

Pero con el desarrollo de Internet, las fronteras se han difuminado. Ahora parece más pertinente un modelo de cuádruple hélice, en el que la sociedad civil también diseña servicios y realiza aportaciones clave durante el proceso de innovación.

No es el único modelo. Hay muchos otros, como ilustran las numerosas historias del libro, que está dividido en tres secciones: visiones, investigación y experiencias.

Visiones de largo recorrido.

Los autores describen la colaboración en las etapas formativas. Estas visiones consisten en imaginar posibilidades realistas y atractivas que normalmente se materializan con el paso del tiempo.

Un ejemplo es El Primer Banc de Cents, una empresa de base tecnológica surgida de la Universidad de Girona que aspira a incentivar el carpooling (conductores que comparten su coche) mediante una "moneda social".

Además de conocer a gente, los conductores pueden utilizar sus ganancias virtuales para obtener descuentos en gasolineras y talleres de reparación.

Se trata de un caso práctico de cuádruple hélice que reinventa el carpooling en la era digital e implica a muchos actores para añadir más valor.

La difícil investigación.

Innoplant es una iniciativa sueca en la que grupos de interés públicos, privados y académicos colaboraron durante tres años para mejorar sus capacidades e innovar en el sector sanitario.

El caso pone de relieve las dificultades que afronta este tipo de colaboraciones, en el sentido de que no todos los socios ven cumplidos sus objetivos. De todas formas, al final del proyecto, los socios alcanzaron una relación de confianza que permitió formar una sólida red de co-creación de innovación.

Manos a la obra.

Es importante conocer y analizar cómo funcionan las redes de colaboración complejas. Es el caso de algunas impulsadas por empresas que reunieron a socios en innovación y grupos de interés; una iniciativa liderada por el Gobierno británico que añadió una capa de interacción virtual a las redes físicas, y otros ejemplos en los que estaban presentes Vodafone y Shell.Otro caso es la red que creó el BBVA para apoyar proyectos de innovación, que resulta revolucionaria porque incluye miembros tanto de dentro como de fuera del banco. Se trata de toda una rareza tanto en España como en el mundo de las finanzas, poco dado a las alianzas con otros sectores.

Los autores también dan cuenta del Abil, el premiado cajero automático de pantalla táctil para cuyo desarrollo el BBVA colaboró con Ideo, Fujitsu y NCR.

La innovación sostenible sigue siendo un reto y es del todo necesario seguir estimulando un fructífero debate sobre cómo lograrla.

Fuente: Steven P. MacGregor y Tamara Carleton / IESE Insight

No hay comentarios:

Publicar un comentario